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Tiempos de una economía que está en modo «aguante» – La Nación

Tiempos de una economía que está en modo «aguante» – La Nación

Tiempos de una economía que está en modo «aguante» – La Nación

[:es]Columna de opinión de Martín Kalos en La Nación, el domingo 11 de noviembre de 2018.

 

 

Martín Kalos (director de EPyCA Consultores, @martinkalos)

La estabilización cambiaria-inflacionaria que está desarrollando el Gobierno no es novedosa. Es la receta habitual del FMI: tipo de cambio flexible (más allá de las bandas con reglas de aplicación poco convincentes), ajuste del gasto público (sin ningún criterio de eficiencia) y absorción monetaria.

Es claro que el Gobierno no supo hacer otra cosa para frenar una corrida cuyas causas fundamentales no entendió y que no supo manejar cuando le estalló, en ambos casos por culpa de su anteojera ideológica. Pero con la crisis ya desatada, a futuro resulta absolutamente necesario que el actual programa de estabilización funcione. La actual pax cambiaria es un primer paso clave del muy necesario proceso de estabilización. ¿Es suficiente? No.

Para estabilizar las expectativas cambiarias, el Gobierno recurrió a una entrada acelerada del préstamo con el FMI. La perspectiva de calma del dólar en el corto plazo y las tasas de interés altísimas a nivel mundial incentivan además el ingreso de capitales especulativos. Tal como pasó en 2016 y 2017, estas divisas serán fugaces: aprovecharán las tasas, pero ante el más mínimo riesgo de una devaluación, se irán. Esto, que es posible por la extrema desregulación de los flujos financieros consagrada por Cambiemos, podría retroalimentar un nuevo episodio de corrida cambiaria.

El panorama financiero, entonces, es inestable. La flotación entre bandas puede funcionar en el corto plazo, pero enfrentará varios riesgos. Algunos son previsibles: sólo en 2019, tanto la incertidumbre asociada a las elecciones presidenciales como la eventual inquietud respecto del financiamiento para 2020 podrían generar cimbronazos.

La perspectiva productiva es aún peor. El combo de recesión y pérdida de mercado interno más financiamiento a tasas imposibles es inaguantable para las empresas. Prácticamente no hay sectores productivos cuya actividad no se encuentre aplastada, exceptuando nichos puntuales vinculados por ejemplo a Vaca Muerta o a la exportación.

El Gobierno promete nuevamente un “segundo semestre” de 2019 con rebote fuerte de la economía. Insiste para eso en confiar en la propia dinámica del mercado: más allá de un bono puntual (destinado más bien a calmar el desasosiego en los hogares con dificultades para solventar sus gastos de fin de año), no ha mostrado ningún plan productivo, laboral ni social. El rebote en 2019 existirá, de la mano de la cosecha, los hidrocarburos y quizás Brasil. Pero no alcanzará para que los hogares recuperen el poder adquisitivo perdido en 2016 y 2018, ni para que las empresas encuentren un mercado al que puedan vender su producción y que estimule nuevas inversiones. Por ahora, la economía sigue en modo “aguante” y sin horizonte claro de recuperación.[:]