2016 de transición, 2017 de desafíos
[:es]En su primer año de Gobierno, Cambiemos se propuso sustituir el consumo y el gasto público (priorizados por el modelo anterior como motores del crecimiento) por mayor inversión y una revitalización de las exportaciones (en retroceso desde 2011). Tras un primer año sin resultados, 2017 presenta oportunidades y desafíos que hay que saber aprovechar.
Una demanda interna en crisis
En 2016 el mercado interno sufrió una crisis intensa. Los despidos en el sector privado (avalados por la inacción del Ministerio de Trabajo de la Nación y el discurso de Cambiemos) y la pérdida de poder adquisitivo del salario (que superó holgadamente el 10% de caída interanual) generaron una fuerte contracción del consumo de los sectores de menores ingresos. Esto fue parcialmente compensado por cierto mayor consumo de los hogares más adinerados, pero que se volcó a productos suntuarios o a las mercancías importadas que habían estado restringidas en años previos.
También el Estado (en sus distintos niveles) aplacó o pospuso buena parte de sus gastos en el territorio argentino, en particular la inversión en obra pública. Esto contribuyó a reducir la demanda de mercancías a productores argentinos y golpeó en especial a los sectores de la construcción y siderurgia.
Este contexto de menores gastos de los hogares y del Estado perjudicó gravemente a las PyMEs; en mayor medida, cuanto más dependiera del consumo en el barrio o ciudad en el cual se insertara. La lógica familiar de dejar de “comprar afuera” afectó por ejemplo a los negocios textiles y gastronómicos.
Una inversión que no llega
La reducción del mercado interno no era un objetivo en sí mismo, sino un daño colateral del cambio en las prioridades. Argentina no podía seguir creciendo sustentablemente sin una fuerte inyección de inversiones, que apuntalara la aletargada oferta doméstica de bienes y servicios. Pero a la hora de decidir poner dinero de su bolsillo, los inversores miran una sola cosa: si tendrán ganancias que podrán apropiarse, producto de esa inversión.
En los últimos años del kirchnerismo, había buenas oportunidades de negocio. Pero la restricción al giro de divisas al extranjero implicaba que los inversores extranjeros no podrían llevarse esas ganancias (lo cual, para ellos, era lo mismo que nunca haberlas generado) y los inversores nacionales históricamente tienen muy poco financiamiento disponible en el país para fondear sus proyectos.
Hoy la historia es otra. Ya no hay dudas sobre la posibilidad de apropiarse de la ganancia en dólares y existe la posibilidad de financiarse en el extranjero a tasas más razonables que en el pasado. Pero no hay una perspectiva clara de que los bienes y servicios que se quieran producir, vayan a encontrar un mercado al cual venderse. No se sabe aún cómo ni cuándo se recuperará el mercado interno a un nivel que supere la capacidad ya instalada en las empresas del país, y nuestros socios comerciales continúan generando más dudas que confianza respecto de su demanda.
Es decir: sin consumo, ni gasto público, ni exportaciones a la vista, a la inversión se le complica prever cuál será la fuente de demanda que le generará ganancias.
Oportunidades para 2017
En paralelo, Argentina sí sigue siendo un destino atractivo para los capitales especulativos, gracias a las altas tasas de interés en dólares (en un mundo con pocas oportunidades similares), el blanqueo, las eliminaciones de restricciones al flujo de capitales y la enorme toma de deuda por parte de todos los niveles del Estado.
En este esquema, 2016 terminó siendo una suerte de trampa: a la espera de la lluvia de inversiones y el segundo semestre, pero sin claridad respecto de por dónde vendrían esas mejoras.
Sin embargo, están dadas las condiciones para que existan oportunidades de crecimiento en 2017. Algunos sectores se encuentran en mejores condiciones que hace un año, como es el caso de los agroalimentos, el financiero y la minería; otros están aún adaptándose a los cambios en las reglas de juego, como el hidrocarburífero y las empresas de servicios públicos y telecomunicaciones. La recuperación de Brasil mejorará las perspectivas de los rubros automotriz, agroalimentario y de varias economías regionales. También hay oportunidades por la apertura de mercados para algunos productos específicos y por los cambios que se esperan en la geopolítica internacional luego de las victorias de Trump y el Brexit.
La lógica electoral, con un gobierno que necesita consolidar su poder institucional, primará en 2017 y brindará varias respuestas a muchas preguntas sobre la agenda de Cambiemos. Para que las múltiples oportunidades que Argentina presenta hoy para crecer sean finalmente aprovechadas, el Gobierno deberá encontrar una manera de armonizar su manifiesta orientación hacia las exportaciones y la inversión extranjera, con una recuperación del mercado interno y la producción nacional.[:]